martes, 17 de junio de 2014

AGUILAR DEL ALFAMBRA, UN RECURSO DIDÁCTICO

 Publicado en: http://www.naturaxilocae.blogspot.com
 
 
Finales de mayo. Aún no son las diez de una luminosa y fría mañana cuando cincuenta y cinco niñas y niños salen de un abarrotado autobús llenando de colores, voces infantiles y alegría la plaza de Aguilar del Alfambra. Son los estudiantes de primer curso de Secundaria del IES Valle del Jiloca de Calamocha. Entre broma y broma, sus cabecicas comienzan a prospectar el destino de su excursión. Un pequeño pueblo con una bonita fuente, muy pocas personas, casi todas ancianas. Pero … ¿Qué habrá que ver por aquí? Se pregunta más de uno.
En seguida nos ponemos en marcha, no hay tiempo que perder. Los dos profesores de Ciencias de la Naturaleza organizamos dos grupos y nos repartimos los recursos educativos. Beatriz, con más formación en Química de Alimentos, visitará la quesería. Chabier, con perfil más naturalista, hará el itinerario hasta la ermita de la Virgen del Peña.
En la primera calle, ya tenemos una lección sobre los materiales terrestres. La fachada de una casa, además de una herradura para atar al caballo, contiene fragmentos de areniscas rojas, de unas grises calizas y de unas rocas formadas por caparazones de ostras que nos sugieren su origen marino.
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Casas serranas de fachada de mampostería, con sus puertas de madera y sus ventanas orientadas hacia el valle y el solano. Casas hermosas y vacías, que son testigo de una historia de abandono y de emigración que cualquier niño actual, sobre todo los urbanos, debería conocer desde muy pronto. Es el contrapunto al encanto irresistible de la ciudad, con sus centros comerciales y de ocio, con su permanente bullir humano, con sus posibilidades de futuro …
Y a la salida del pueblo … un peirón. Ajado por el tiempo que desfigura la imagen de una santa o virgen. Le dedicamos unos minutos a explicar el significado de estas modestas construcciones tan propias del sur de Aragón. Su papel en la organización local del territorio y su función religiosa en una sociedad de fuertes creencias. Un pequeño altar en el que las gentes realizaban una oración mientras marchaban al bancal o a la paridera, la oficina o la fábrica de nuestros abuelos. Y esto es necesario, tanto para los alumnos autóctonos como para los “nuevos aragoneses”, venidos de Rumanía, China, Marruecos o Colombia. Es una forma de comprender mejor a la sociedad que los acoge y en la que se están haciendo como personas.
Una anciana se asoma a través de la ventana sorprendida por las voces de la chiquillería.
Junto a un corral encontramos una sorpresa. Un par de matas de beleño negro.
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Una ocasión para repasar la estructura de una flor, con su corola soldada con sus cientos de óvulos en formación que originarán cientos de semillas en cada flor. Cada uno de ellos fecundado por un grano de polen diferente, siendo tan distinta de sus compañeras como lo es cada niño de su hermano. Les cuentas que es una planta venenosa. Aparecen unos ojos de sorpresa y de temor en sus caricas. ¿Y entonces por qué viven en ella esos chinches rojos? ¿Es que no les afecta el veneno? Buenas preguntas ….
Tomamos el pedregoso camino que remonta. Afloran paredes verticales de caliza. Retomamos el concepto de sedimento, de roca sedimentaria de precipitación, de estrato, de cuenca sedimentaria, de movimientos de placas, de esfuerzos de compresión, de cordillera, de plegamiento y de erosión. Un párrafo en la larga historia de la Tierra. Todo allí mismo.
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Las arcillas afloran en una ladera. Son arcillas de un intenso color morado. Diferentes a las que los alumnos han visto en sus pueblos. Arcillas que se abren en cárcavas por la erosión creada por las aguas salvajes. Entonces se aprecia el papel de las pequeñas matas que retienen el sustrato con sus raíces, resistiendo en un entorno hostil. Un sustrato impermeable y una notable pendiente. Todo en contra, si además se considera la torrencialidad de las precipitaciones. Por no hablar de la presión de los ungulados, antes rebaños de ovejas, hoy de cabras monteses.
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Un cartel anuncia la dirección del Pozo de la Cuerva.
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No nos desviamos, no hay tiempo. Un grupo de chopos y una junquera salpican de verde el contacto entre unos estratos de caliza y otros de arcilla a los que recubren.
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Otra oportunidad de pensar. ¿Qué puede hacer ahí un manantial? Recordamos que existen rocas permeables por presentar grietas y poros, como las calizas. Y otras, como las arcillas, que no lo son. Y que, por tanto, impiden la infiltración del agua hacia el subsuelo. Estaba claro.
Seguimos avanzando por el sendero.
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Montoncitos de bolas de tierra, evidencias de la actividad de las lombrices…
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Los delicados hilos rojos de la cuscuta traban las ramillas del tomillo succionándole la savia elaborada, el agua con azúcares que tanto le ha costado conseguir…
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Ramilletes de junquillos en plena floración llenan de azul las grietas del roquedo…
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Las aceiteras baten el terreno en áreas abiertas. La caliza comienza a formar pequeños lapiaces tras su disolución por el agua de escorrentía …
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Mientras que los líquenes rupícolas en su crecimiento forman dibujos poligonales sobre la roca…
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El también florido erizón que se enrisca en los venteados peñascos…
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Y, a nuestros pies, la amplia y hermosa vega formada por la acumulación de arcillas y gravas por el río Alfambra. A la vista dos formas de relieve, uno de erosión y otro de sedimentación.
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Y en esto que llegamos a la ermita de la Virgen de la Peña. Pequeñica y cuidada. Es la ocasión de extender la mirada hacia el pueblo, hacia el lejano Ababuj, hacia las montañas del Maestrazgo, hacia unos montes que en cualquier momento pueden ser reventados por las inquietantes canteras de arcilla. Paisajes amenazados.
Solicitándoles prudencia nos acercamos al mirador que hay tras los lienzos del castillo. Un espectáculo se despliega ante ellos.
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Un profundo cañón de noventa metros de caída. En el fondo serpentea el río Alfambra que ha conseguido abrirse paso entre las calizas de inclinados estratos. Un evidente pliegue se presenta ante sus ojos…
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Un pliegue real, erosionado, no como los de los libros de texto. Un pliegue que nos habla de esfuerzos inimaginables. Que hace pensar en cómo funciona la Tierra.
Pero los niños son niños. Y el movimiento reclama la atención de las pupilas. Uno tras otro, los buitres que descansaban en el acantilado levantan el vuelo. A pesar de la cautela, nos detectan y aprovechan para estirar los músculos y comenzar la jornada de prospección. En algunas repisas se ven pequeños bultos emplumados y oscuros. Son los pollos ya crecidos. Unos prismáticos hacen maravillas, acercando distancias, creando vivencias.
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Mientras tanto unos tras otros van sacando sus cámaras fotográficas y sus móviles. Todos quieren una foto suya con este paisaje de fondo, un recuerdo personal para mostrar a amigos y familiares.
Les cuentas tus particulares vivencias personales. Las huellas de dinosaurio que nos mostró un amigo en El Hontanar, la acampada en los estrechos de Caña Seca, el descubrimiento de una costilla de iguanodonte en Ababuj… Les dejas caer que hay diversión y emoción más allá del fútbol y del smartphone.
Te esfuerzas en explicar el origen del páramo. La deforestación histórica, el uso ganadero … Es perder el tiempo. Ellos siguen impactados y emocionados por el abismo. Almorzamos rápido mientras volvemos. Un niño rumano me dice que quiere enseñarle este lugar a sus papás.
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Al llegar al pueblo pasamos junto a una escultura en forja que representa a un águila. El águila de Aguilar. Una obra de José Gonzalvo, querido escultor rubielano cuya obra pronto relacionan los alumnos calamochinos con el monumento a San Roque y el Bailador.
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Mientras tanto, la otra mitad del grupo nos fuimos hacia la quesería, que se encuentra en lo alto de una loma. Allí nos esperaba Vicente, que lo primero que hizo fue repartir una especie de patucos de plástico para que cubriéramos nuestro calzado. Ahí empezábamos a hablar ya de la higiene y el control de calidad, tan importante hoy en día en las empresas. Explicamos a los alumnos la necesidad de prevenir la entrada de microorganismos patógenas del exterior, para mantener las instalaciones limpias.
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En Hontanar, que así se llama la quesería, fabrican todo el queso con la leche de sus propias ovejas, por lo que el primer proceso es la llegada de la leche a unos tanques que se encargan de atemperarla a 4ºC. Tienen dos líneas de queso principales: el que proviene de leche cruda, y el que proviene de leche pasteurizada.
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El queso de leche cruda pasa directo desde estos tanques al depósito donde se le añade el cuajo y los fermentos, principalmente bacterias, que producen la acidificación de la leche, diríamos que se “agría”. El queso de leche pasteurizada sufre una serie de ciclos con subidas y bajadas bruscas de temperatura con el objetivo de eliminar microorganismos.
Tras ellos comienza el cuajado. Tras añadir el cuajo y los fermentos, se deja reposar la mezcla hasta que se observa que presenta una consistencia similar a la del yogur. En este proceso lo que ocurre es que las proteínas, al encontrarse en medio ácido, y mediante la acción de las enzimas que contiene el cuajo “coagulan”.
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Una vez que se encuentra la mezcla con esa consistencia, se pone en acción las liras del depósito. Estas son unos mecanismos (con la forma de ese instrumento) que se ocupan de cortar en trozos pequeños la leche cuajada, obteniendo por un lado cuadraditos pequeños de leche cuajada, y por otro el suero de la leche, que comienza a separarse de la parte sólida.
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Una vez que se encuentre la mezcla con el tamaño de los cuadraditos adecuado, se elimina el suero y se pasa el sólido a una mesa cuya parte baja es porosa (para seguir eliminando suero). Aquí unos operarios se encargan de llenar unos moldes con la forma del queso con el sólido. Tenían dos tipos de moldes, unos con microperforaciones en los laterales (para seguir liberando suero), y otros que no las tenían; en estos últimos se introducía el queso con un paño para facilitar la expulsión del líquido.
Una vez llenados los moldes, se ponían en hilera en una prensa neumática que los empujaba, para producir la compactación de la pasta y la eliminación definitiva del suero.
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De aquí, el queso pasaba a unos tanques donde se mantenía en salmuera, con dos objetivos: el salado, y la conservación del alimento ya que la mayoría de los microorganismos no pueden sobrevivir en un medio salino.
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Y, finalmente, pasa a las cámaras de curado y secado.
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Aquí es donde podemos establecer las diferencias: el queso de leche cruda, al poder tener microorganismos, ha de permanecer en estas cámaras durante un período más largo de tiempo, para prevenir posible desarrollo de microbios patógenos. Nos encontramos con que el queso puede permanecer en estas cámaras entre 15 días y 6 meses. Una vez terminado el producto, se pinta su exterior con una pintura comestible, y se envasa al vacío, para garantizar su conservación hasta el consumidor.
Al finalizar esta parte de la visita, Vicente nos dio a degustar tres de los quesos que elaboran: uno tierno y uno semicurado de leche pasteurizada, y posteriormente uno curado de leche cruda. Los alumnos adquirieron queso para compartir con sus familias.
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De aquí pasamos a la segunda parte de la visita: las instalaciones donde tienen a las ovejas.
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En el primer turno, pudimos ver cómo las metían en las jaulas de ordeño precedidas de los machos para guiarlas, el ordeño en sí y cómo salían de ellas. En la segunda parte los alumnos accedieron a los establos donde vivían las ovejas y se acercaron a ellas.
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Hay que destacar la importancia de estas pequeñas empresas para la economía del pueblo y de la zona. Se trata de zonas muy despobladas, con una población envejecida. Este tipo de iniciativas puede suponer un aliciente para la gente más joven a permanecer en estos pueblos y evitar el éxodo rural.
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Con el autobús cargado de queso regresamos al pueblo, donde continuaría nuestra excursión.
Unos y otros nos juntamos en la plaza. Cambio de grupo. Ahora los primeros visitarán la quesería … Mientras que los demás realizarán la excursión hasta la ermita y el mirador sobre el río, ahora ya con la mañana más templada, con más vidilla animal …
Termina una mañana intensa. Los chavales comen sus bocadillos en la plaza. Juegan, se hacen fotos, oyen música mientras se solean… no paran. Nosotros lo necesitamos. Comemos estupendamente en el bar probando la cerveza Castel. Otro ejemplo de producto de calidad elaborado en un pequeño pueblo de Teruel. Otro ejemplo de “resistencia” ante la arrolladora y hegemónica sociedad urbana.
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Volvemos a retomar el ritmo. Y nos acercamos, ahora ya todos, al Aula de la Naturaleza del Chopo Cabecero sito en Los Granericos, pequeño pero cuidado espacio cultural que gustosamente nos muestra Pili.
El tema: los chopos cabeceros. Nuestros chavales no sabían nada del tema. Todo era nuevo para ellos. A ver qué pasa. En una rápida introducción desgranamos una serie de conceptos.
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Bosques de ribera transformados en dehesas fluviales, importancia histórica de la ganadería extensiva para la producción de lana, profunda deforestación desde hace siglos, árboles que rebrotan tras su poda, producción de vigas y forraje, árboles viejos con huecos y madera muerta, vida silvestre, paisaje singular y bello, esculturas vivas, sabiduría popular …
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todo se va desgranando mediante explicaciones del profesorado y, sobre todo, a través de un breve documental elaborado por la comarca Comunidad de Teruel y una presentación con preciosas fotos y bellísimos textos elaborada por la Plataforma Aguilar Natural.
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El Aula de la Naturaleza de Aguilar del Alfambra ha confeccionado un completo material didáctico que tiene al chopo cabecero como eje con el que abordar actividades de aprendizaje, tanto para Educación Primaria (desglosado en las tres etapas) como en Educación Secundaria (con materiales específicos para los cuatro cursos y para las áreas de Ciencias Sociales, como para las Ciencias de la Naturaleza). Este material está preparado para realizar la visita a dicho centro de educación ambiental y la excursión por la ribera del Alfambra, verdadero museo al aire libre. Consta de un cuaderno para el alumno con información teórica y de un cuestionario y de otro para el profesor que incluye una programación didáctica para preparar la visita donde se establece la correspondencia entre los contenidos relativos a estos árboles trasmochos y los abordados durante el trabajo de aula durante el curso. Es todo un lujo para los docentes.
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Nuestros chavales, cada cual con su cuaderno didáctico, se lanza a la lectura de la colección de paneles que cuelgan del techo del Aula. Y lo hacen sin prisa. Descifrando el significado de las frases, algunas complejas para ellos. Relacionándolo con lo escuchado, con lo que han visto en cada uno de sus pueblos. Con lo que ya sabían. Algunos pierden temporalmente la atención y se acercan a ver el diorama del trabajo de la escamonda y del paisaje del chopo cabecero.
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A otros hay que sacarlos de su lectura y de su anhelo para cumplimentar el cuestionario para comenzar la excursión.
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- Ya lo terminarás en casa. Vámonos ahora al campo.
Nos acercamos al puente sobre el Alfambra de la carretera a Ababuj. La tarde está fresca y se ha cubierto el cielo de grises nubes.
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Nos dejamos llevar por el camino del río, escaso en caudal en esta seca primavera, con remansos poblados de lirios amarillos. La dehesa de los chopos cabeceras está espléndida. La hierba fresca y jugosa, los árboles que rebrotan con fuerza tras escamondas recientes muestran un follaje verde lustroso. Vemos árboles con huecos.
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- ¡Como los que salían en el documental de Félix sobre la gineta de Félix! Me apunta una niña refiriéndose al vídeo que habíamos visto en clase.
Ya casi no explicamos. Se trata de disfrutar, de comprobar lo aprendido.
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La amenaza de la lluvia parece cumplirse. Estamos muy cerca del Chopo del Remolinar. Nos acercamos. Explicamos qué es un árbol singular y un catálogo de árboles monumentales, indicándoles que este es uno de ellos. Los monumentos pueden ser obras humanas inertes, pero también pueden serlo seres vivos modelados por los años, la intemperie y la mano humana. Como este. Y nos hacemos una foto colectiva.
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Comienza el chubasco…
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Llueve con ganas y volvemos hacia el pueblo que, aunque próximo, nos recibe mojados y satisfechos tras una intensa jornada. Pensamos en todo lo que se puede aprender en un pequeño pueblo de Teruel. En unos tiempos en los que los recursos educativos compiten en presupuesto y espectacularidad nos acordamos del título del ensayo de E.F. Schumacher “Lo pequeño es hermoso” … y educativo añadiríamos nosotros.
Nos despedimos agradecidos de las gentes del pueblo, de sus paisajes y de sus proyectos. Antes de salir al empalme estas tierras lo hacen ofreciéndonos un precioso arco iris.
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En el autobús nuestros chavales comienzan todo el repertorio de canciones de excursión (las de los payasos, las de la charanga, etc.) … sin parar durante más de una hora hasta Calamocha.
¡Cómo van a dormir esta noche! 
 
 
Beatriz Pamplona y Chabier de Jaime

1 comentario:

José María dijo...

Enhorabuena por desarrollar este tipo de actividades con los chavales. Aplaudo esta metodología de enseñanza- aprendizaje. En las programaciones generales anuales deberían aparecer más tareas competenciales como esta que habéis realizado en Aguilar del Alfambra. Disponemos de un territorio maravilloso y hay que disfrutarlo. Además, se empapan de lo natural, de nuestros orígenes.