viernes, 26 de julio de 2013

CONSCIENTES O INCONSCIENTES







 Joan Albert Marí*
           

Tendríamos que hacer una profunda reflexión sobre la conciencia o inconsciencia que nos lleva a la raza humana a destruir un planeta que nació hace casi 5000 millones de años. Éste ha sobrevivido, sin nuestra injerencia, hasta que hemos llegado y nos hemos empeñado en destruir todas sus riquezas,  en extinguir las especies a una velocidad que jamás se había visto en la historia conocida del planeta. Y lo peor es que todo esto se hace con la connivencia de autoridades de este país o de otros muchos, que saben que estamos agotando los recursos para nuestros hijos, nietos y biznietos.
            
Centrémonos en lo que tenemos a nuestro alrededor, en nuestras tierras de Teruel, que pisamos continuamente, cuyo aire respiramos, cuyos paisajes disfrutamos, de cuyas fuentes bebemos. Nuestros antepasados, sin tener tantos estudios como ahora tenemos, ya sabían perfectamente lo que tenían que cuidar y sabían distinguir de lo que era vital. Ellos no tenían necesidad de reciclar; su sistema de vida era un continuo aprovechamiento racional de los medios y, naturalmente, no contaminaban. Actualmente no se hacen esfuerzos para prevenir explotaciones masivas altamente contaminantes del aire, de la tierra y de los acuíferos, como canteras, minas a cielo abierto, fracking, cementeras, papeleras, etc. Seguramente son industrias necesarias para la vida tal y como esta concebida en estos tiempos, pero ¿es necesario destruir para conseguir que estas industrias funcionen? ¿Se pueden compatibilizar con el medio ambiente y conseguir no contaminar ríos, afluentes, fuentes, acuíferos y lagunas donde reside gran parte de la vida animal que a su vez genera más vida dentro de la cadena? Por lo que se puede ver, parece que son mucho más interesantes los beneficios económicos de unas pocas personas a corto plazo que la salud de muchas  personas a medio y largo plazo y, sobre todo, la sostenibilidad de todo el territorio de  Teruel.

Gracias a muchas personas que viven en núcleos dispersos por toda la zona, se cuida y mantiene ésta, pero si se contaminan los acuíferos, el aire y los ríos, se mueren los árboles que dan protección al terreno y al monte bajo. Así se obligaría a las personas que han vivido ahí toda su vida e incluso a las que vuelven a sus pueblos o tienen oficios más liberales y aman las zonas rurales, a abandonar los pueblos. Es como si los estuviéramos tirando a la calle, sin patria ni hogar ni agradecimiento a toda la labor de una vida. Es dilapidar la herencia de un sistema de vida, que podemos ver en sus últimas bocanadas y que deberíamos preservar porque es nuestro pasado, para saber hacia qué futuro de sostenibilidad debemos de apuntar.

Hoy tenemos gobiernos fuertes, leyes sabiamente escritas y aprobadas, departamentos en de defensa y protección de la naturaleza, de seguimiento de la contaminación de los acuíferos,  de estudios para proteger a las poblaciones de posibles epidemias y reacciones industriales perniciosas, y pese a todo, aún se tiene que pedir públicamente que, por favor, se tengan en cuenta estas cosas para que todo el engranaje funcione. Por todo ello, ¿somos CONSCIENTES O INCONSCIENTES de lo que estamos haciendo de este mundo?

                                                                                                                                             

*COLECTIVO SOLLAVIENTOS

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