domingo, 12 de diciembre de 2010

NAVIDAD CON ESTRELLAS DE CINCO PUNTAS







El pasado invierno, TVE introdujo en los mapas meteorológicos un nuevo sistema de grafismo que incluía un símbolo de nieve consistente en una extraña estrella de cinco puntas. Este cambio formaba parte de innovaciones que, a nuestro juicio, son muy expresivas y de indudable valor didáctico, pero que en el caso de la estrellita en cuestión resultan fallidas. Con las primeras nieves de esta nueva temporada invernal, las estrellas de cinco puntas han vuelto a la pantalla del televisor, reavivando nuestra sorpresa y tribulación. Consideramos que el uso de este símbolo es contradictorio con los esfuerzos de RTVE por popularizar la meteorología entre los televidentes (una labor pedagógica que creemos obligada para los medios de comunicación públicos en nuestra ‘sociedad del conocimiento’). Tales esfuerzos son socavados por lo que parece ser la adopción, poco meditada, de una innovación de diseño que se impone al rigor de los hechos o de los datos científicos. Lo mismo cabe decir de algún otro canal de TV, que utiliza como símbolo de nieve una estrella de ocho puntas.

En condiciones atmosféricas, el hielo cristaliza en el sistema hexagonal. Los cristalitos de nieve tienen así simetría hexagonal, adoptando múltiples formas, desde hexágonos compactos hasta estrellas más o menos complejas. El tradicional símbolo formado por seis líneas rectas, que irradian del centro con ángulos de 60º entre ellas, y están ornamentadas con rayitas más cortas en espiga, es una buena representación esquemática de dichos cristales. No creemos que el reciente y excepcional descubrimiento de cadenas cristalinas de hielo de contorno pentagonal por científicos de la Universidad de Liverpool, en condiciones de laboratorio muy particulares, aconseje cambiarlo.

En la naturaleza, tienen simetría hexagonal las estrellas de nieve o las celdas de las colmenas. Tienen simetría pentagonal característica muchos equinodermos (las estrellas de mar, por ejemplo) y las flores de muchas familias de plantas (p.ej., las rosáceas). Identificar y distinguir sin ambigüedades tales formas equivale a familiarizarse con la simetría y la belleza de muchas geometrías presentes en el mundo natural, que obedecen no al azar sino a leyes físico-químicas, bellas también en sí mismas. Formar en nuestras mentes un universo simbólico acorde con lo que la ciencia conoce acerca de dichas leyes contribuye a nuestra cultura. Subvertir ese mensaje en aras de dudosos criterios de diseño gráfico, que parecen olvidar de dónde y por qué vienen los símbolos, es empobrecer la información y malograr aquella labor pedagógica a la que nos referíamos.

La simbología de las estrellas es un tema delicado. Confundir la estrella de seis puntas en la gorra de un alférez con la de ocho puntas de un comandante podría distorsionar la cadena de mando en el Ejército o generar problemas de disciplina. Confundir la estrella de cinco puntas que aparece en la bandera de muchos países islámicos con la estrella de seis puntas de Israel, o con la de cuatro puntas de la OTAN, podría acarrear graves conflictos diplomáticos. Imaginamos que los manuales de estilo de información periodística deben de recoger normas al respecto.

Creemos que las televisiones tendrían que recuperar el símbolo clásico de la estrella de nieve con simetría hexagonal, que todo el mundo conoce y entiende. Sin ánimo de ridiculizar, habría que decir que el símbolo de cinco puntas evoca más una flor de peral que un cristal de hielo. Eso en Teruel nos beneficia, sin duda: además del privilegio de ser mencionados expresamente TODOS LOS DÍAS, sin excepción, en el parte del tiempo, tenemos en esa alegre estrella, más que una manifestación de la crudeza del invierno, el anuncio optimista de la primavera.






Autores del texto: José Luis Simón Gómez y Alejandro J. Pérez Cueva
Autor de la ilustración: Juan Carlos Navarro
Colectivo Sollavientos

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