martes, 13 de abril de 2010

EL PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO DEL ALTO ALFAMBRA (9)




El paisaje como seña de identidad



El paisaje no es solo la forma de un territorio. Es, como afirma la Convención Europea del Paisaje, “la cultura territorial de un pueblo”. Es identidad y a la vez es memoria. Son experiencias, recuerdos e historias, en algunos casos lejanas, pero que sentimos como nuestras. El paisaje refuerza la querencia al territorio, ya que es el fruto de la acción del ser humano sobre un entorno natural. Y ese fruto de su trabajo y del de sus antepasados le sitúa en el mundo, le da carácter, le complementa.

Las dos vertientes del paisaje, la física y la subjetiva, se unen y crean entidades históricas identificables, especialmente en los paisajes más singulares. Espacios asediados en los tiempos actuales, donde la uniformidad modela de forma avasalladora entornos despersonalizados e intercambiables. Quizás por ello se huye, a la mínima ocasión, a buscar la experiencia paisajística para disfrutarla con los sentidos.

Pero para la gente que históricamente ha habitado estos territorios el paisaje no era solo un espacio para el goce sensorial. Era el medio que disfrutaban pero también el que sufrían, con el que tenían que luchar en una práctica diaria que se convertía en conocimiento y sabiduría. Ese conocimiento de lo que realmente fueron nuestras raíces es necesario valorarlo y transmitirlo.

¿Qué es el Alto Alfambra? Desde una definición fría, podemos decir que es la cuenca hidrográfica del curso alto de un río, el Alfambra. Cualquier mapa físico nos dará claves comprensivas, pero una mirada desde la Virgen de la Peña nos imprimirá además la emoción de contemplarlo en toda su belleza. Y si descendemos y acercamos nuestra mirada, veremos más, mucho más. Veremos la construcción de un hábitat y de un paisaje que, si escuchamos con atención, nos contará su historia.

Es la historia de sus habitantes, que desde su conocimiento íntimo, construyeron un complejo sistema de azudes, acequias y molinos para sacar lo máximo de una tierra dura y áspera, corta de lluvias y fríos extremos. La del medio en el que trabajaron y establecieron sus lugares simbólicos, en el que con el mismo heroísmo mudo, cotidiano y ancestral han continuado viviendo sus descendientes.

Y así construyeron un paisaje que nos atenaza con su encanto y en el que forjaron un patrimonio único, el de los chopos cabeceros, unos árboles monumentales que con el trabajo de la escamonda toman mil formas caprichosas y configuran un maravilloso bosque de dehesa. Porque las gentes de Alto Alfambra quieren a sus chopos y los han seguido cuidando.

El Proyecto del Parque Cultural del Alto Alfambra pretende dar forma administrativa y a la vez poner en valor este paisaje singular. Quiere transmitir y hacer comprender este paisaje y su identidad, las vivencias, la forma de vida social, la experiencia histórica.

Para conservarlo, pero no para fosilizarlo, sino para seguir viviéndolo, para dinamizarlo, para cuidarlo y transmitirlo a las generaciones futuras, y para que sea la fuente de esperanza de los habitantes de unos pueblos que se resisten a morir.

SERGIO BENÍTEZ MORIANA
Plataforma Aguilar Natural

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