jueves, 30 de julio de 2009

"PAISAJES NATURALES DE LA REGIÓN DEL MAESTRAZGO Y GUADALOPE: 25 AÑOS




El próximo JUEVES, 6 de AGOSTO, a las 8 de la tarde, en el Ayuntamiento de Mirambel (Teruel),


Alejandro Pérez y Jose Luis Simon, presentaran una charla sobre:


"PAISAJES NATURALES DE LA REGIÓN DEL MAESTRAZGO Y GUADALOPE: 25 AÑOS CONTEMPLANDO EL TERRITORIO CON OTRA MIRADA"

Se han cumplido 25 años desde la publicación de un librito, "PAISAJES NATURALES DE LA REGIÓN DEL MAESTRAZGO Y GUADALOPE", escrito por ellos y por Manuel Vivó, biólogo de Castellón, y editado por el Instituto de Estudios Turolenses y la Mancomunidad Turística del Maestrazgo. En él, de alguna manera, se sentaban bases conceptuales sobre las que luego se ha sustentado la puesta en valor de este territorio: "uso intelectual del paisaje", visión sintética del medio (físico-biológico-humano), integración entre el patrimonio natural y cultural, entre el paisaje natural y el humanizado...

miércoles, 29 de julio de 2009

INCENDIOS



Reconozco que me es muy complicado expresar con un tono sereno y comedido lo ocurrido en nuestro medio natural durante estos días. Son jornadas de miedo, estrés y alerta, y toda la coordinación es poca para poder salvar las vidas humanas de nuestros habitantes. Una tormenta seca con un potente componente eléctrico ha sido la causante de estos incendios que asolan los montes del Maestrazgo, en un año muy seco y con fuertes ráfagas de viento cálido.

Muchos de ustedes recordarán el incendio de 1994 que se cegó con fuerza en el Maestrazgo. Cosas de la vida, este incendió fue el más virulento de la comunidad autónoma, y el fuego ha vuelto a centrarse en nuestro territorio. Los daños medioambientales son evidentes. Nuestro territorio conserva un buen número de hectáreas con un nivel de catalogación medioambiental, y varias son las especies endémicas que en ellas habitan. El fuego borra de un plumazo esta biodiversidad que aportamos desde el Maestrazgo al conjunto de la comunidad Autónoma. Más allá del debate sobre la suficiencia de los medios técnicos y humanos del gobierno de Aragón en la extinción de incendios, esta claro que hemos vuelto a fracasar en la política de gestión forestal.

Se ha concebido a los montes mediterráneos como reductos de contemplación en donde se impide su gestión activa. Se torna como necesario abandonar la mera política proteccionista del monte y comenzar a elaborar políticas e incentivos fiscales a la población local con el objetivo específico de usar el monte y limpiarlo del sotobosque mortal que actúa como una bomba de gasolina en el medio natural. No ha sido viable el modelo actual de cuadrillas de vigilantes del monte, tutorizadas por políticos que no entienden del medio natural y que están mas interesados en rentabilizar sus actuaciones a cuatro años vista. Es en la población local y en la vuelta al uso del monte tradicional en donde tenemos que buscar los mecanismos de actuación forestal.

Por ultimo, me entristece que en los diarios nacionales, las noticias de portada sea el fichaje galáctico del FC Barcelona o la imputación de un alto cargo de un partido político cuando observamos que el medio rural se hunde sin remedio. En el Maestrazgo aportamos O2 , cultura rural e identidad de montaña al mundo global. No se muy bien que aporta la gente de las ciudades. No pedimos demasiado, solo con el 10% de los fondos públicos sin aval que se aportan a Motorland Aragón en Alcañiz nos servirían para gestionar el monte de una manera sostenible. Hoy por hoy, el futuro del mundo rural interesa poco, pero eso si, este octubre tenemos carreras en la ciudad del Motor, en Octubre nosotros estaremos con nuestro medio natural olvidado por todos.

Jorge Abril Aznar
Coordinador Asociación Desarrollo Maestrazgo

martes, 28 de julio de 2009

ECOLOGIA DE LA VEGETACIÓN de Jaume Terradas


Reseña:
Este libro trata de presentar los conceptos esenciales de la ecología de la vegetación en una perspectiva que facilite la aproximación científica a la comprensión de los cambios que se están produciendo. El libro está presidido por la idea de que ya no podemos estudiar la vegetación como algo desligado del resto del ecosistema. Por otro lado, se propone dar ejemplos y estudios de casos referidos a la vegetación mediterránea y a la ibérica, algo que dificílmente podría haberse hecho hace veinte años.

Índice:
Primera parte: Del equilibrio de la naturaleza a la ecología del cambio. Los árboles y el bosque. Alrededor del concepto de comunidad. Una historia de cambios. Hacia una nueva ecología
Segunda parte: El funcionamiento de las plantas y las comunidades. Constricciones ambientales y respuestas de la vegetación. La fijación de energía y la economía del C en las plantas. Estructura de las plantas y la vegetación y uso del agua. Nutrientes y circulación de materiales. Relaciones funcionales en el paisaje: algunos ejemplos. Métodos de estudio de las respuestas de los ecosistemas al cambio. La vegetación terrestre y el cambio global .
Tercera parte: De la diversidad de las especies y sus características a la estructura y composición de las comunidades y los paisajes. Diversidad en las comunidades vegetales. Tipos biológicos. Estructura, clasificación y ordenación de las comunidades. La descripción del paisaje
Cuarta parte: De las poblaciones a la dinámica de la vegetación. Demografía en las plantas. Competencia, depredación, mutualismo. Sucesión y respuesta a perturbaciones. Estudio de los regímenes de perturbación y sus efectos. Modelos de dinámica de la vegetación.
Quinta parte: Consideraciones sobre la gestión y la restauración. Servicios ambientales de los bosques, derivados de su estructura y función. Sobre la sostenibilidad y la ingeniería ecológica.


También nos permitimos recomendaros este interesante artículo: Bases Ecologícas para convivir con los incendios forestales en la región mediterránea, al que podeis acceder a través del siguiente enlace:

http://www.revistaecosistemas.net/pdfs/536.pdf

Al igual que este enlace, que nos permite acceder a la publicación: Ecología de los Bosques Mediterráneos:

http://www.globimed.net/publicaciones/LibroEcoIndice.htm


lunes, 27 de julio de 2009

NATURALEZA, RURALIDAD Y CIVILIZACION


Se puede adquirir al precio de 9 euros a través de
La Librería de El Sueño Igualitario
libreria@cazarabet.com
Tlfs. 978 849970 - 686 110069

252 páginas
16 x 21 cm

“A mediados de los noventa algunas publicaciones como Futuro primitivo de J. Zerzan o los trabajos de Theodore J. Kaczynski, fundamentalmente el Manifiesto de Unabomber (La Sociedad Industrial y su futuro), revitalizaron la crítica a la sociedad tecnológica e industrial desde la perspectiva anarquista. En el Estado Español, al que fueron llegando sucesivas traducciones, no aparece una publicación importante en sus contenidos hasta 2001 por parte del colectivo Los Amigos de Ludd y en forma de boletín, trabajos de los que formó parte el autor de los textos que aquí presentamos. Estos se encargan de una investigación del pasado pre-industrializado, por ejemplo de la Alta Edad Media y del mundo rural, así como los procesos de la revolución liberal y del régimen franquista que liquidaron el orden agrario popular. Por otra parte, desde el análisis crítico, se alientan los procesos de desurbanización, la movilización contra el sistema tecno-industrial y la marcha al mundo rural, dando apoyo y proporcionando en la medida de lo posible elementos de juicio a quienes deciden emprender tales actividades, alternando el trabajo de historia con el apoyo a las luchas de colectivos de resistencia a los sistemas técnicos, o que buscan retomar el contacto con la tierra y lo rural en las condiciones actuales.”

Los textos que aquí se encuentran recogidos también tratan de recuperar la memoria de las elaboraciones intelectuales y la luchas del pasado contra la modernidad, la tecnología y el aparato estatal, desde las milicias concejiles medievales hasta la obra escrita de F. Urales, F. Alaiz y otros integrantes del movimiento anarcosindicalista anterior a 1936 calificados de “agraristas”, continuando con las grandes movilizaciones campesinas contra la II República española, sin olvidar la guerrilla antifranquista (1939-1952), que es principalmente un movimiento de masas de carácter rural y las luchas de los años 60 contra la expropiación de los bienes comunales por parte del Estado-Capital.”





PASADO Y PRESENTE DEL MEDIO RURAL: POR UNA SOCIEDAD DESURBANIZADA Y DESINDUSTRIALIZADA

En lo formal, “Naturaleza, ruralidad y civilización” compendia, en la primera parte, artículos y guiones de charlas, publicados o promovidas por diversos colectivos: de crítica antiindustrial, “Los Amigos de Ludd”; de resistencia a grandes infraestructuras, la “Asamblea del País Vasco contra el TAV” y de fomento de la horticultura popular en los espacios urbanos y periurbanos, los BAH (Bajo el Asfalto está la Huerta). En la segunda parte, elaborada específicamente para este libro, se ocupa de los problemas actuales de la agricultura (convencional y ecológica), la calidad de los suelos, el arbolado, el agua, los regadíos, las nocividades inherentes a la ciudad y el movimiento de ida y retorno al campo emprendido por un sector, aún muy minoritario pero ya significativo, de la juventud. Se puede decir que lo agrario ayer, hoy y mañana es la noción vertebradora de la obra.

Su título aúna tres nociones organizadoras. La naturaleza en tanto que naturaleza política, esto es, elegida y escogida y no meramente exterior y dada al ser humano, como ha sucedido hasta hace poco. La ruralidad, sinónimo de no-ciudad, que fue en el pasado y quizá sea en el fututo pero que hoy apenas existe, al haber sido aniquilada (y al haberse dejado aniquilar, enfoque que evita el victimismo, por tanto, la irresponsabilidad y su consecuencia, el narcisismo paralizante) por la sociedad de las megalópolis y los poderes ilegítimos ilimitados. Axial es la categoría de civilización, que no equivale aquí a formación social, sino que está tomada de la obra de Salviano de Marsella, autor del siglo V que forma parte del monacato cristiano revolucionario, quien la contrapone a barbarie, a vida incivil, no libre, encanallada y amoral. De manera que el titulo expresa la aspiración a construir una sociedad civilizada por medio de una relación renovada con la naturaleza y en el ámbito de lo rural recreado.

En su epistemología y estilo, el libro resulta de un enfoque holístico, plural y complejo, de las materias consideradas, con exclusión del criterio cartesiano, que lleva a un saber ilusorio, por especializado, parcelado y fragmentado, por estático y desdeñoso de las interconexiones realmente existentes entre las diversas realidades singulares, las cuales, además, son presentadas con una simplicidad puramente inventada que rehuye el conocimiento cierto sobre sus contradicciones internas y automovimiento. Como consecuencia, es una suma de esbozos, aserciones seminales y pinceladas que, lejos de agotar ninguno de los temas, tiene como primer designio el animar a continuar la reflexión experiencial, el estudio, el debate y la acción transformadora. Ello demanda una exposición concentrada, decidida a exponer la multiplicidad y complejidad de lo real, en la que se procura que sólo tenga cabida lo más fundamental. Ello acaso requiera de una lectura atenta, reposada y relajada, mejor si es individual y colectiva al mismo tiempo.

Podría decirse que es la experiencia reflexionada, no las teorías ni los doctrinarismos a priori, la que suministra el sistema de proposiciones y argumentaciones de la obra. Experiencia propia y, más aún, del otro, de los iguales, recogida en un texto que es, en buena medida, una puesta por escrito de las viejas y nuevas formas de saber popular propias de la tradición oral que siempre han dotado de conciencia (autoconciencia, más bien) autónoma a las gente de la ruralidad. Eso no es óbice para que el libro, a pie de página, incluya una amplia bibliografía, la mayoría de ella considerada en sus aspectos positivos, por parciales que sean.

“Naturaleza, ruralidad y civilización” se ofrece a lectoras y lectores en un momento en que el ecologismo ha girado casi en su totalidad hacia las instituciones, dejando de ser un movimiento de base para transformarse en una parte del aparato gubernativo y mediático, poco apto por ello mismo para proporcionar propuestas y soluciones independientes que vayan a la raíz de los problemas, que se agravan con el paso de los días. En realidad, todo el radicalismo de pega que cooperó de un modo u otro a que en 2004 ganara el PSOE las elecciones se ha oficializado, o ha desaparecido. El libro, con sus limitaciones y defectos, se propone contribuir a remediar tal estado de cosas, preconizando formulaciones y metas que tienen la verdad concreta-finita como designio y que pretenden ser, por ello, verdaderamente revolucionarias.

En la parte histórica incluye elementos para un análisis concreto del mundo rural de la península Ibérica que ha existido hasta hace unos decenios, desde sus orígenes en la gran mutación civilizadora de la Alta Edad Media hasta su liquidación por el Estado franquista, sin olvidar el carlismo, la guerrilla antifascista de 1939-52, esencialmente rural, ni la emigración, de unos 6 millones de personas, desde las zonas agrarias a las industriales y urbanas en los años 1955-70. Es central, en el libro, la investigación sobre la génesis, naturaleza y trayectoria de la institución del concejo abierto, como forma asamblearia tradicional de gobierno de las comunidades campesinas, así como de las villas hasta cierta fecha. En la indagación de sus orígenes se remonta a la obra escrita de Beato de Liébana, del siglo VIII. Todo ello es proyectado hacia el futuro, al formular que sólo un régimen de autogobierno fundamentado en una gran red de asambleas soberanas es capaz de realizar la libertad política para el pueblo, lo que equivale a tildar de dictatorial el vigente régimen parlamentario y partitocrático.

Los patrimonios comunales, o concejiles, son objeto de estudio, que contempla su casi liquidación por los diversos episodios desamortizadores promovidos por la modernidad, ilustrada y liberal, y la precaria y degradada situación de lo que aún sobrevive de ellos hoy. La obra y figura del ideólogo de tan desventurados acontecimientos, el ilustrado Jovellanos, autor de “Informe de Ley Agraria”, de 1795, no resulta olvidada. Tal sirve de preámbulo al estudio de los bosques actuales, víctimas del proceso de particularización y dañados por unas condiciones adversas, resultantes del lunático proceso de tala y roturaciones a descomunal escala, con la correspondiente agricolización y cerealización llevado a efecto desde el siglo XVIII por imposición del Estado, de todo lo cual, muy probablemente, proceden enfermedades actuales tan inquietantes como la “seca” de los Quercus, entre otras. El régimen comunal de la tierra en el pasado marca la pauta, corregidas las imperfecciones y debilidades de aquél, de lo que es deseable para el futuro.

La gran tradición hispana de autonomía y soberanía del municipio, de donde resultan los fueros y cartas pueblas de los siglos IX-XIII, expresión escrita del derecho consuetudinario, o de elaboración popular, es igualmente examinado, con una proyección sobre el presente (crítica con la vigente Ley de Régimen Local y con su norma superior la constitución española de 1978, tiránica y antipopular), y sobre el futuro. En efecto, una sociedad libre ha de asentarse en el municipio que se autogobierne por medio de un régimen de asambleas políticas: deliberantes, decisorias, legislativas y judiciales, que posea en común los más fundamentales factores de producción, en primer lugar la tierra, condición necesaria para constituir una sociedad libre (sin artefacto estatal, sin ciudad capital, sin ciudades, sin casta pedantocrática y sin clase empresarial) y convivencial, apta para la realización de la esencia concreta humana.

Las nocividades de la agricultura que, habando en puridad, resulta ser, en su esencia, una forma de artificialización de los agrosistemas, es examinada no solo en sus manifestaciones actuales o realidades concomitantes más aciagas (agricultura bajo plástico, factorías vegetales, desherbado térmico, horticultura de exportación, uso a gran escala de feromonas, parques eólicos mortíferos para la avifauna, etc.) sino en todas sus formas, también las menos agresivas. Sus consecuencias en el presente son la erosión, desertificación, mineralización de los suelos, acidificación, contaminación por metales pesados, salinización, sequía estival creciente (que, a partir de un límite temporal, no puede ser soportada por el arbolado autóctono, especialmente por sus plántulas), grave merma de las aguas subterráneas, consumo ascendente de agrotóxicos (convencionales y ecológicos) y de maquinaria. La agricultura ecológica a gran escala, hoy regida por los reglamentos de la Unión Europea y rígidamente institucionalizada, es considerada con escepticismo. El análisis de los tortuosos avatares de la Política Agraria Común también se esboza.

El distanciamiento argumentado que “Naturaleza, ruralidad y civilización” adopta hacia la agricultura ecológica ordenada y manipulada desde Bruselas, que es presentada por algunos (Naredo, González de Molina, Juana Labrador) como la solución, al parecer completa y perfecta, a las desatentadas nocividades que azotan a terrazgos, praderías, montes, atmósfera, masas de agua dulce y mares, resulta avalado por la simple lectura del reglamento marco 834/2007 y de su reglamento de aplicación, elaborados y promulgados por la Unión Europea, en vigor desde enero de 2009.

Tal normativa hace de dicha agricultura una actividad organizada desde arriba, por medio de leyes y otras normas sancionadoras, de cuyo cumplimiento se encarga el SEPRONA de la Guardia Civil, así como una parasitaria falange de expertos, tecnócratas y funcionarios. Está, además, dirigida al mercado y a la búsqueda de beneficios; es gran consumidora de productos neo-químicos, maquinaria, agua y energía; promueve el monocultivo y el latifundismo, perpetúa la separación entre agricultura, ganadería y selvicultura, se propone mantener a la ciudad abasteciéndola desde el campo y haciéndola “sostenible”, reedita la división entre productores y consumidores, daña los suelos, se desentiende en los hechos del quehacer más decisivo, la forestación de millones de has. con especies autóctonas, arroja por la borda el principio de precaución (que exige a la agricultura convencional) y no proporciona alimentos más sanos ni mejores que las prácticas agronómicas convencionales, como lo evidencia, entre otros muchos puntos concretos, que admita una contaminación “accidental” por OGM del 0,9%. Lo expuesto debe entenderse como una crítica al régimen que la U.E. impone a aquélla, no a los agricultores y ganaderos modestos que se acogen a la certificación, los cuales son gente benemérita merecedora de toda consideración.

La indagación sobre la naturaleza de la agricultura como tal se lleva, en “Naturaleza, ruralidad y civilización”, hasta la investigación de sus orígenes en la p. Ibérica, en el caso del mítico reino de Tartessos y en las consecuencias de las guerras cántabras contra Roma, en los años del 29-19 antes de nuestra era. Se escruta, así mismo, de forma crítica, la obra de Columela, el agrónomo romano de origen hispano, y, de manera apologética, la de Miguel Caxa de Leruela, autor del siglo XVII (su texto central es “Restauración de la antigua abundancia de España”, 1631) partidario de minimizar las superficies agrícolas en beneficio de las montuosas y pecuarias. Finalmente, se preconiza una forestación con especies autóctonas a gran escala, una disminución radical de las tierras cultivadas y una nueva forma de alimentación, que incluya una proporción notoria de frutos arbóreos (bellotas, castañas, hayucos, etc.) y plantas silvestres, como era habitual en los pueblos prerromanos peninsulares, y en la sociedad rural popular tradicional hasta la segunda mitad del siglo XX. Ello hará posible la regeneración del bosque, y de todas las formas de cubiertas vegetales, con incremento de las precipitaciones y mejora de los suelos, que es lo único que puede detener la rápida marcha de los 4/5 de la superficie peninsular hacia la desertificación.

La cuestión del agua se ha hecho central, y así es considerada en “Naturaleza, ruralidad y civilización”. Devastados los bosques por la política ilustrada y luego por la constitucional y parlamentaria (sin olvidar a la fascista en los tiempos aciagos del franquismo), se ha ido produciendo en los últimos 300 años un declive acentuado de las precipitaciones. Mientras la derecha se aferra a los trasvases, la izquierda apuesta por las desaladoras. Si los primeros son inaceptables, no resultan ser mejores las segundas, verdaderas fábricas de agua que llevan hasta el extremo la artificialización de la existencia humana. El agua no puede venir de instalaciones fabriles sino de donde ha venido siempre, de las nubes. Las desaladoras, por las que se inclina J.R. Naredo, siempre fiel al credo socialdemócrata, no salvarán, además, al bosque autóctono de la Iberia seca que, en los estíos, agoniza. El remedio está en la reducción a la mitad de la actual superficie agrícola, para expandir paso a paso los bosques, propiciadores de lluvias y regeneradores de suelos.

Similarmente, hay que emitir un veredicto negativo sobre la agricultura manejada por ingenieros, expertos y autoridades académicas. Desde hace milenios aquélla ha sido actividad de la gente común, de los hombre y las mujeres del pueblo, y así debe seguir siendo. Los sabelotodo con títulos universitarios: ingenieros, titulados y doctores, son quienes han creado la actual situación de devastación sin medida y nocividades acumuladas, que hacen mirar con aprensión el futuro inmediato de la humanidad. Como funcionarios del Estado que son (o de la gran empresa), tales no poseen un saber imparcial y encaminado a la realización del bien común, sino un amasijo de técnicas irresponsables cargadas de ansias de dominación y lucro, dirigidas, en definitiva, a la depredación y la destrucción.

La ciudad es considerada con realismo en “Naturaleza, ruralidad y civilización”, es decir, como espació para el desenvolvimiento del artefacto estatal, explicando su origen y patológico crecimiento a partir de la estatización rampante (no sólo aplaudida sino también demandada por la izquierda, institucional y “radical”, el ecologismo y el feminismo, para los cuales el Estado es la potencia redentora y benéfica por antonomasia, lo que les convierte en partidarios de hecho del Estado policial) de las sociedades contemporáneas, fenómeno aciago para el que se esbozan soluciones. Entre ellas se privilegia la inicial corriente de retorno al campo, loada con reflexiones y proposiciones de diversa naturaleza, en la convicción que será, en los próximos decenios, una vía de acción inmediata escogida por más y más jóvenes, para los cuales las hórridas urbes de la modernidad resultan ser intolerables. Tal movimiento hace suyo, en las actuales condiciones, el poema de Miguel Hernández titulado “Silbo de afirmación en la aldea”. Con su existencia, aquél pone en evidencia la banal retórica oficialista, acogida e interiorizada por muchos que se creen radicales sin pasar de propagandistas de lo institucional, sobre la pertinencia y posibilidad de una ciudad “sostenible”.

El desplome del mito que el progresismo y el izquierdismo han urdido en torno a la ciudad, presentada por ellos como realización del bien, frente a lo rural y aldeano, satanizado en tanto que expresión de “atraso” e incluso de existencia infrahumana (recordemos el “documental”, en realidad un panfleto fílmico, del hiper-moderno Buñuel sobre las Hurdes, “Tierra sin pan”), tiene una significación histórica, pues indica que nuevas perspectivas se abren para regenerar las seniles sociedades contemporáneas. La ciudad está perdiendo toda significación en lo cultural, en lo político y en lo convivencial, como espacio de saber y como concentración de los tenidos por mejores. Su naturaleza barbárica, fomentadora de una vida solitaria e insociable que no es ya humana, hecha de aleccionamientos y amaestramientos sin tregua, volcada en la incivilidad, la neo-ignorancia, el culto al dinero, los ocios embrutecedores, el egotismo y la degeneración física está ahora poniéndose en evidencia para más y más personas.

Aduce Orwell que la meta del progreso y de los progresistas es precipitar a la humanidad en “algún horrible e infrahumano abismo de comodidad e incapacidad”, pues bien, ello tiene lugar sobre todo en la ciudad. No es casual que el mundo romano, en putrefacción, comenzase a regenerarse cuando, a partir del siglo III, las ciudades conocieron una decadencia ya obvia, que era consecuencia de la descomposición del aparato estatal romano, con marcha de las gentes a las áreas rurales, en las cuales floreció el monacato cristiano revolucionario, que creó una nueva formación social, mejor y superior a la precedente aunque no perfecta. Con todo, el actual movimiento de retorno al campo tiene mucho que hacer aún hasta dotarse de una cosmovisión, un programa y una vida colectivista y comunitaria local y supralocal, abandonando las ingenuidades, afanes escapistas, mentalidad precipitada, escasa reflexión y fáciles utopismos sin fundamento que ahora le lastran, los cuales están en la base de decepciones y fracasos.

Para que la vuelta a la ruralidad sea una contribución a la constitución de una nueva sociedad y de un nuevo ser humano, e incluso para que alcance una cierta entidad como tal, se han de cubrir ciertas condiciones, ahora poco atendidas. Previo a todo es la puesta en común y reflexión conjunta de las experiencias acumuladas. Sobre esa base se ha de realizar un análisis razonablemente acertado del actual momento histórico y, sobre él, una fijación de fines estratégicos. El problema de la convivencia y las relaciones interpersonales es de primera importancia, así como el de combinar el trabajo productivo con el esfuerzo reflexivo, no sólo el estudio sino también la creación. Quienes hacen de la marcha al agro un mero cambio de lugar olvidan que la maldad promovida e impuesta por el Estado y el capitalismo la llevamos todos dentro de nosotros mismos y que por ello es de primordial importancia esforzarse en adquirir, como expone Salviano de Marsella, “una conducta nueva”, que ha de resultar de una nueva cosmovisión, realizada en lucha interior tanto como exterior. El estudio de la historia, en particular de la que se ocupa de los movimientos del pasado que repudian la urbe y reconstruyen la civilización sobre todo desde el campo, en los siglos IV al X, es necesario.

Dado que vivimos en “la sociedad de la información”, esto es, en un régimen de dictadura política que viola a descomunal escala la libertad más fundamental de todas, la de conciencia, cuya particularidad es el adoctrinamiento inmisericorde, desde la cuna a la tumba, de los integrantes de las clases populares, vil labor que realiza sobre todo la pedantocracia (los cuerpos de catedráticos y profesores de la universidad en primer lugar), es imprescindible alcanzar la autonomía en el terreno de las elaboraciones intelectuales, único modo de no ser víctimas de aleccionamiento o, al menos, de reducir sus efectos sobre el propio entendimiento. Por tanto, en el retorno al campo, el trabajo intelectual, de autoformación y al mismo tiempo dirigido al exterior, es una cuestión de singular importancia

En esa dirección, la significación última de “Naturaleza, ruralidad y civilización” está en que es un esfuerzo concreto, sin duda imperfecto, encaminado a avanzar en la realización de la tarea número uno de nuestro tiempo, superar el vacío intelectual que ha dejado el derrumbamiento de las viejas certidumbres, constituir un sistema de ideas que sea la negación de lo existente en tanto que institucional. El naufragio de los viejos credos redentoristas, el descrédito de una buena parte de las ideas tenidas por emancipadoras hasta unos decenios, demanda, si se desea poner fin al vigente estado de cosas a través de una revolución de naturaleza innovadora, cuya meta sea la realización de la libertad (política, civil y de conciencia), elaborar nuevas convicciones con base en la experiencia, adelantar novedosas formulaciones, establecer programas de fines y de acción a la altura de las circunstancias del siglo XXI.

Por ello, el trabajo de reflexión, dirigido a constituir materiales intelectuales de algún valor, ha de primar sobre el activismo, la ceguera pragmática, el culto por las luchas hoy posibles (que, por ello mismo, no son y no pueden ser revolucionarias) y la falta de metas estratégicas, males que llevan ya más de 40 años con nosotros. Si se trata de realizar una transformación total suficiente de la actual sociedad los textos que esbocen nuevos enfoques son imprescindibles, y su confección ha de ser tarea de todas y todos. Tales fines pretende contribuir a cubrir la obra aquí comentada.

Félix Rodrigo Mora

I.- Presentación.

II.- El antimaquinismo rural y la mecanización de la agricultura bajo el franquismo (1936-1970).

III.- Reflexiones sobre la fiesta popular de la sociedad rural tradicional.

IV.-El pueblo y el carlismo. Un ensayo de interpretación.

V.- Por una sociedad desindustrializada y desurbanizada.

VI.- Bienes Comunales en Castilla.

VII.- Agricultura, medio ambiente y desurbanización en el siglo XXI.



viernes, 24 de julio de 2009

ANIMO MAESTRAZGO

"Me llora el monte.
Me sangra el pino y la carrasca.

Me encierran el corazón,
me estampan el alma...

De brasas y calibos hechos miedo,
de triste Cañadilla vacía, y humo,
y olor de desesperación,
y harto de rayos y truenos,
y de inocencia perdida,
y de gestores ancianos
que ven la vida desde azoteas de cemento.

Me llora el monte,
me sangra el pino y la carrasca.

De alcalde joven con lágrimas en los ojos,
de heróico pasaje, bombero y voluntario,
de anodina chispa que todo lo arde.

Me llora el monte,
me sangra y el pino y la carrasca.

Y al alba que fue la noche,
y la noche que fue el alba,
unos ojos,
abiertos,
un mensaje de esperanza."

Víctor Manuel Guíu Aguilar, el Mestizo
http://mestizo.blogia.com

jueves, 23 de julio de 2009

UNIDOS POR EL GUADALOPE - Pitarque

Nuestros amigos del Maestrazgo nos envían esta actividad, que publicamos en el Blog, con el fin de divulgar todo los debates sobre estas Sierras del Teruel Interior.

Fecha: 7 y 8 de Agosto de 2009
Lugar: Salón de las Escuelas del Municipio de Pitarque (Teruel)

Programa:
Viernes 7 :
19,30: Charla-Coloquio: “El paisaje como valor cultural” Impartida por: Mª Victoria Lozano; profesora de Geografía de la Universidad de Zaragoza.

Sábado 8 :
12: Charla-Coloquio: “Vivir con el río” Impartida por : Oscar Alamán, miembro de Ebronautas

15: Salida al río: Observación del río. Javier Oquendo, Escuela de Actividades en la Naturaleza Maestrazgo (EANA)
Toma de muestras. Salud del río.
Afecciones e impactos.
Estado de conservación. Ecosistemas.

19,30: Charla-Coloquio: “Monumentos naturales: un valor para el territorio” Impartida por: Luís Tirado, Delegado de SEO/BIRDLIFE en Aragón y miembro del Patronato de los Monumentos Naturales del Maestrazgo

martes, 21 de julio de 2009

Mesa redonda en Andorra sobre minería turolense

La segunda semana de julio se impartió en Andorra un curso sobre Minería y Medio ambiente. Restauración de canteras, dirigido por José Manuel Nicolau, ecólogo de la Universidad de Alcalá de Henares. Durante este mes, los cursos de la Universidad de Verano de Teruel vivifican la provincia y la descubren a muchos jóvenes. En los cursos tienen cabida variados tipos de debates, y el que propuso Nicolau tenía gran interés para la provincia: Retos y soluciones para un mejor desempeño ambiental de la minería en Teruel.

El título era redondo. Con “Retos y soluciones…”, definía los objetivos, sin ocultar que se trata de una tarea dificil para un tema delicado, el de la colisión de intereses entre la minería y el medioambiente. El resto del título lo componían cinco palabras-concepto, una para cada uno de los previstos miembros de la mesa.

Con “mejor” se introducía el criterio de excelencia, que debe presidir toda actuación de nuestra sociedad y de sus administraciones, en especial en sus relaciones con la naturaleza. Todos somos responsables de conseguir esta excelencia, pero su último garante es la justicia, en la mesa representada por Jorge Moradell, fiscal delegado de medio ambiente de Teruel. Es fundamental que no tenga las manos atadas.

Con “desempeño” se aludía a las empresas, en cuyas manos se deposita todo: tanto los estudios de impacto ambiental, como la actividad minera, o su restauración posterior. La empresa estuvo representada por Consuelo Aguilella, ingeniera técnica de minas y empresaria, exponente de un mundo empresarial responsable. Creo que quedó claro que sus “enemigos” no eran ni la administración ni la sociedad, sino la competencia desleal de las excesivas actividades subterráneas de su sector.

Con “ambiental de la minería”se presentaban las dos administraciones que deben velar porque la confianza depositada en las empresas no acabe en abuso. El Inaga, en cuya representación asistió Luís Crespo, es quien enjuicia si los proyectos mineros conocen el medio ambiente en el que quieren desarrollar la actividad, y si ésta es compatible con los procesos naturales, con el paisaje o con sus valores culturales. La Dirección General de Energía y Minas tiene un papel similar de mediador entre la minería y la sociedad, el de fomentar las actividades productivas -como la minería- en un marco técnico, administrativo y legal adecuados. Es una lástima que no supiesen comprender la importancia de su papel en la mesa, con su ausencia.

Finalmente, con “Teruel” se incorporaba a la sociedad, se dejaba de lado una discusión teórica, y se introducía una idea clave: el desempeño de las actividades mineras no puede entenderse al margen del territorio. Yo intervine como geógrafo y persona que vive Teruel.

Era, en definitiva, una mesa perfectamente equilibrada en su diseño: un representante de la sociedad y otro de las empresas en los extremos, un representante del Inaga y otro de Minas en el centro, y la fiscalía ambiental como fiel de la balanza.

La tesis de mi intervención fue muy sencilla: hay dos elementos clave que deben presidir las actividades mineras en la provincia, uno el altísimo valor de su patrimonio natural y otro su despoblación. En este contexto, cualquier proyecto minero suele tener una gran probabilidad de entrar en colisión con el medio ambiente y, a la vez, la sociedad no tiene suficiente masa crítica para conocerlo, analizarlo, juzgar si le interesa y alegarlo si no es así. Por ello, las actuaciones de la administración deben ser extremadamente escrupulosas, pues a menudo son la única salvaguarda de los intereses de la sociedad turolense. Afortunadamente pudimos confirmar que, al menos el Inaga y la fiscalía ambiental, así lo entienden.

ALEJANDRO J. PÉREZ CUEVA
Geógrafo. Universidad de Valencia.

sábado, 11 de julio de 2009

GEOLODÍA 09















Estimados amigos:

Tengo el gusto de invitaros a participar en GEOLODÍA 09, que se celebrará en TERUEL el próximo DOMINGO 26 de JULIO, dedicado en esta edición a la falla cuaternaria de Concud. Como sabéis, el Geolodía es una jornada de divulgación de la Geología, promovida por el Instituto de Estudios Turolenses, que se inició en Teruel en 2005 y está comenzando a extenderse a otros lugares de España.

La falla de Concud es una de las que limitan la fosa del Jiloca, y se extiende hasta las proximidades de la ciudad de Teruel. Presenta una actividad paleosísmica que puede en parte reconstruirse a partir del excepcional afloramiento que ofrece una trinchera de la Vía Verde Ojos Negros-Sagunto, en las proximidades de la antigua estación de Los Baños.

El lugar de encuentro para el público asistente es el MERENDERO CONTIGUO A LA VÍA VERDE EN LA ESTACIÓN DE LOS BAÑOS, el DOMINGO 26 DE JULIO A LAS 10:30 HORAS (ver croquis adjunto). La Vía Verde tiene uso compartido con vehículos de motor en ese tramo, y el acceso a ella es posible desde la carretera nacional N-420, por un camino que sale justo antes de su conexión con la ronda de enlace con la N-234, unos 2,5 km al norte de Teruel.

La duración de la visita será de unas 3 horas, y terminará con un refresco que se ofrecerá a los asistentes en el Ayuntamiento de Concud.



José Luis Simón (Dep. Ciencias de la Tierra, Universidad de Zaragoza)


Co-organizador de Geolodía 09

jueves, 9 de julio de 2009

EL MEDIO RURAL DESPOBLADO: SECTOR ESTRATÉGICO

Hablábamos hace unos días de un nuevo Fuero para los pobladores de Teruel. Algunos dirán que tanta reflexión nos conduce a locuras transitorias, a estratagemas utópicas que poco tienen que ver con nuestros tiempos, estos tiempos de la rapidez, del crecimiento infinito. Los que así piensan suponen que no crecer, mantenerse, buscar la calidad de vida, son historias de venta difícil. Qué lastima, pienso yo, en este mundo en el que subvencionan bancos. Quién nos lo iba a decir.

Muchos estudios sociológicos y demográficos ponen de manifiesto los motivos culturales de la despoblación del medio rural: la gente se marcha de él simplemente porque se siente atraída por un estilo de vida, de ocio, por una búsqueda de ‘oportunidades’ que nuestra sociedad asocia de forma acrítica al medio urbano. En estas motivaciones nada tienen que ver las infraestructuras, ni la economía, ni el empleo… Sin embargo, los políticos y las gentes siguen insistiendo en macroproyectos como panaceas de futuro. ¿Por qué? Elemental; por simple populismo, porque vende más, porque en estos sueños de “Jaujas” nos acabamos vendiendo por cuatro duros.

Y, puestos a esgrimir motivos de resistencia, ¿por qué no proponer al Estado que el Medio Rural sea tratado como un Sector Estratégico?. No se rían, no. Desde una visión urbanita se critica a veces que el medio rural está demasiado subvencionado. Al hacerlo, se olvida que el territorio es en su mayoría medio rural, y la importancia que éste tiene como soporte de nuestro medio ambiente, de nuestra vida pasada y futura. Esa visión que infravalora el medio rural supone una suerte de “neocolonialismo de interior”, bien presente en la mentalidad híbrida urbano-rural, en la que la obtención de recursos energéticos, mineros, de agua, etc… para la gran urbe justifica o cierra los ojos a cualquier atropello que se cometa fuera de la misma.

Es hora de ver el territorio y el medio rural desde un pensamiento más global, abierto a las nuevas sensibilidades que han propiciado, por ejemplo, la firma del Convenio Europeo del Paisaje, o la promulgación de leyes protectoras que no acaban legislando lo suficiente porque nadie las vigila ni hay recursos para ello. La legislación del medio rural siempre acaba siendo legislación de segunda.

Los valores de este nuevo Sector Estratégico no son sólo los económicos, ni deberían serlo. Son los valores del sentimiento, de la cultura, del patrimonio, del medio ambiente, de la historia, de la agricultura… Esas cosas que, dicen, no nos dan de comer. Pero, ¿una vez comidos?...

Porque yo me niego a los monocultivos de arcillas tanto como a los monocultivos de turismo rural. Me niego a convertirme en un actor de parque temático, parques con los que juegan las administraciones, engañando al ciudadano-habitante y al ciudadano-visitante. Vaya “cascadura” de vida. Todo el día con el tambor colgado y el cachirulo en la cabeza.

La estrategia principal en este Sector Estratégico está en la gestión, la gestión del territorio, lo que no se vende ni se ve. Las innovaciones en agricultura y ganadería han hecho que territorios de interior sean meros resquicios inviables, pero existen posibilidades de gestión medioambiental, de agricultura y ganadería de calidad, que garanticen el mantenimiento de un paisaje cultural, el nuestro, nuestra herencia, nada más y nada menos.

Nuestro pensamiento urbanita hace que se vea eso como un territorio de “subvencionados”. Pero, ¿no es menos subvencionada una empresa en un medio urbano con buenas comunicaciones? ¿No es menos subvencionada una ciudad que, con la excusa de requerir agua de calidad, recrece lo que haga falta (pues son más votos)?. ¿No es menos subvencionada una recalificación “a lo bestia” para hacer “exponabos” y “expogaitas” insostenibles? Lo de vivir subvencionado sería muy relativo, y discutible, en todo caso.

Culturalmente, la vida que hizo que nuestros pueblos nacieran ha muerto hace décadas. Muchos pueblos viven su agonía lo mejor que pueden. Pero me resisto a creer que quieran desaparecer, y merecen infinito respeto y apoyo en esa resistencia; tienen todo el derecho del mundo a hacerlo y, quién sabe, a conseguirlo. La propia Constitución nos dice que debe de haber un tratamiento específico a las zonas de montaña. ¿En serio lo ha habido alguna vez?. Cuando se señala el programa Leader como ejemplo de “subvención” se olvida que sólo representa migajas: cualquier kilómetro de autovía, cualquier recalificación a la carta, cualquier polígono construido a mayor gloria y honor del alcalde de turno, supone tanto como un Leader, o dos, o tres…

Las comarcas y sus cabeceras responden a estas visiones colonialistas, urbanitas, que copian modelos foráneos. Sólo hay que salir a la calle y preguntar. Cualquier zaragozano “pirineocéntrico” prefiere que pongan un macrovertedero de SAICA en Azaila que en el Pirineo. Pero no cabe echar la culpa sólo a los de fuera. En Teruel sufrimos también el desconocimiento de los valores naturales de nuestra tierra, denostada por sus propios habitantes, cansados tal vez de verla. Es el caldo de cultivo perfecto para que plomos, chatarreras y cementeras respondan al efecto llamada y se instalen en estos secanos. Ya traerán agua del Ebro, sí, pero para traernos más escoria al Teruel del superavit medioambiental.

El medio rural es un sector poderoso. Sus propietarios y gestores administran un extenso territorio, y la sociedad toda debe reclamar su buen uso, su ordenación lógica. Al parecer, los poderosos tienen claro para qué utilizarlo, mientras nuestros políticos viven gozosos en Babia. En nuestra mano está, al menos, alzar la voz para impedir que se esquilmen los últimos recursos que contiene. En nuestra mano está, al menos, alzar la voz para impedirlo.
Recogiendo la voz de Toni Losantos: “Si hemos atesorado tanta pureza a base de abandono, de histórico abandono, ¿por qué malbaratarla ahora?”.


Víctor Manuel Guíu Aguilar